Desde hace muchos años, una de mis pasiones es hacer punto. Me relaja y me encanta terminar las labores para ver el resultado final, que aunque no siempre sea el deseado, la mayoría de las veces sí, y es una maravilla verlo terminado o un orgullo encontrarte con un bebé con algo hecho por tí en la calle.
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Después de dos o tres años sin hacer nada de nada, porque la artrosis del pulgar (que mal suena esto, parece que ya soy una vieja) me mataba, he vuelto a las buenas costumbres de hacer punto mientras veo televisión y en los ratos libres. Tenía una gran cantidad de restos de lana, de perlé y de angora de etapas anteriores, así que a la vista de que a mi alrededor tengo unos cuantos niños en camino, he decidido aprovecharlos haciendo patucos.
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El modelo de los patucos que más me gusta y que siempre queda bien es el que hacía mi madre, gran experta después de haber tenido 10 hijos, porque es fácil, rápido y si se siguen bien las instrucciones quedan siempre iguales. Yo he llegado a hacer algún modelo que no había forma de que el par fuera del mismo tamaño y este es tan sencillo que siempre queda bien y lo más importante los bebés no los pierden facilmente.
El tamaño de las agujas, depende de lo prieto que se teja, a mí me gusta utilizar agujas del numero 2, aunque en algunas ocasiones utilizo las del 2,5. Por otro lado, cuando los bebés son recien nacidos, me gusta regalar patucos y ropita pequeña, para que mientras estén en la clínica y cuando salgan de ella no dé la sensación de que falta niño o sobra ropa y esto varia según las agujas utilizadas. De momento os voy a enseñar lo que tengo preparado para mi vecina, que espera una niña para dentro de unas semanas y voy a ver si puedo publicar un slide con las fotos de lo que de momento tengo hecho.
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